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Tanques de guerra, también conocidos como carros de combate.





Un carro de combate, o tanque, es un vehículo blindado de ataque con tracción de orugas o ruedas, diseñado principalmente para enfrentarse a fuerzas enemigas utilizando fuego directo. Un carro de combate se caracteriza por tener armas y blindaje pesado, así como por un alto grado de movilidad que le permite cruzar terrenos difíciles a velocidades relativamente altas.
Aunque los carros de combate son caros y requieren de logística, son una de las armas más temibles y versátiles del campo de batalla moderno, tanto por su capacidad de atacar a objetivos terrestres como por su valor al causar pánico en la infantería enemiga.
Mientras que los carros de combate son máquinas de ataque con gran potencia, raramente operan solitariamente, sino que están organizados en unidades blindadas en fuerzas combinadas. Sin tal apoyo, los carros de combate, a pesar de su blindaje y movilidad, serían vulnerables a la infantería, las minas, la artillería y la aviación militar.


Los carros de combate tienen desventajas en terrenos de bosques y zonas urbanas, que cancelan las ventajas de la capacidad de fuego a larga distancia del vehículo, reducen su movilidad y limitan la capacidad de la tripulación para detectar potenciales amenazas.
Los tanques fueron utilizados por primera vez durante la Primera Guerra Mundial para romper la guerra de trincheras y su papel evolucionó hasta asumir el puesto de la caballería en el campo de batalla. El nombre de tanque, tank en inglés, apareció en las fábricas británicas: se engañó a los trabajadores para mantener el secreto militar diciendoles que estaban construyendo depósitos de agua móviles para el ejército, pero estaban produciendo un vehículo de combate.
El carro de combate y las tácticas de blindados han sufrido muchas evoluciones durante casi un siglo. Aunque se siguen desarrollando sistemas de armamento y blindajes, muchas naciones han estado reconsiderando la necesidad de tales armas pesadas en un periodo caracterizado por la guerra no convencional.


Primera Guerra Mundial






Las condiciones de lucha en el frente occidental incitaron al Ejército Británico a comenzar la investigación de un vehículo autopropulsado que pudiera cruzar trincheras, derribar alambradas y fuera impenetrable al fuego de las ametralladoras. Tras haber visto el Rolls Royce blindado utilizado por la Royal Naval Air Service en 1914, y conocedor de los esquemas para crear un vehículo de combate con tracción de orugas, el Primer Lord del Almirantazgo Winston Churchill patrocinó un comité, el Landships Committee, para supervisar el desarrollo de esta nueva arma.
Bajo la dirección del coronel Ernst Swinton, el Landships Committee creó el primer prototipo con éxito, apodado Little Willie, que fue probado por el Ejército Británico el 6 de septiembre de 1915. Aunque inicialmente se los denominaba buques de tierra (landship), los primeros vehículos fueron llamados coloquialmente transportes de agua y más tarde tanques, para mantenerlos en secreto. La palabra tanque fue utilizada para dar la impresión a los trabajadores de que estaban construyendo contenedores de agua móviles para el Ejército Británico en Mesopotamia, y tomó carácter oficial el 24 de diciembre de 1915.
El primer caso de carro operativo aconteció cuando el capitán H. W. Mortimore, de la Royal Navy, llevó un Mark I al combate durante la Batalla del Somme, el 15 de septiembre de 1916. Los franceses desarrollaron el Schneider CA1 y se utilizó por primera vez el 16 de abril de 1917 que, después de los malos resultados demostrados, fue substituido paulatinamente por el Renault FT-17. Este último instituyó el que seria el formato estándar de un tanque: una base blindada con tracción de orugas y una torreta giratoria que lleva instalada el armamento principal. La primera vez que se emplearon tanques masivamente durante un combate fue en la Batalla de Cambrai, el 20 de noviembre de 1917.
El carro de combate dejaría finalmente la guerra de trincheras obsoleta, y los miles de tanques que se utilizaron en la guerra por las fuerzas británicas y francesas realizaron una contribución significativa.
Los resultados iniciales con los tanques eran variados: los problemas de fiabilidad (y la impaciencia del alto mando) causaban un desgaste considerable en combate. El despliegue en pequeños grupos también disminuyó su valor e impacto táctico. Las fuerzas alemanas sufrieron el choque y carecían de armas contra los tanques, aunque descubrieron la munición antitanque y el uso de trincheras más anchas para limitar la movilidad de los tanques británicos.
La evolución de las condiciones en el campo de batalla y la falta de fiabilidad continuada forzaron a los tanques aliados a continuar desarrollándose durante el resto de la guerra, produciendo nuevos modelos como el Mark V, que podía abrirse paso ante obstáculos grandes, especialmente trincheras amplias.
Alemania presentó una pequeña cantidad de tanques, principalmente capturados, durante la Primera Guerra Mundial. Sólo llegaron a producir aproximadamente veinte tanques de su propio diseño, el Sturmpanzerwagen A7V.


Período de entreguerras


Con el concepto del tanque ya establecido, varias naciones diseñaron y construyeron carros de combate entre las dos guerras mundiales. Los diseños británicos eran los más avanzados, debido en gran parte a su interés en una fuerza blindada durante los años 1920. En Francia no alcanzaron tanto desarrollo durante los primeros años del período de entreguerras debido al estado de su economía.
El caso de Alemania y Rusia fue especial. Alemania estaba fuertemente limitada y controlada a causa del Tratado de Versalles y Rusia sufría un bloqueo internacional al tratarse de un país comunista, lo que hacia temer a las los dirigentes de las potencias occidentales que su ideología pudiera contagiarse a sus propias naciones. Como resultado de dichas presiones ambos países firmaron el tratado de Rapallo, que rompía el bloqueo de Rusia. Este tratado se amplio con clausulas secretas que permitieron el desarrollo de los respectivos ejércitos en territorio soviético. Ya en 1929 ambos ejércitos participaban conjuntamente en la mejora de los tanques y el entrenamiento de sus tripulaciones.
Estados Unidos realizó poco desarrollo durante este período porque la rama de la Caballería era más veterana que la rama de Blindados y logró absorber la mayoría del financiamiento destinado al desarrollo del tanque. Incluso George S. Patton, que tenía experiencia con tanques en la guerra, fue transferido de la rama de Blindados a la de Caballería durante este período.
Durante este tiempo, varias clases de tanques fueron comunes, la mayoría desarrolladas en el Reino Unido. Los tanques ligeros, que típicamente pesaban diez toneladas o menos, se utilizaban principalmente para exploración y llevaban un cañón ligero que era útil contra otros tanques ligeros. Los tanques medios, o de crucero (como se les conocía en el Reino Unido), eran algo más pesados y pensados para recorridos de grandes distancias a altas velocidades. Finalmente, los tanques pesados o de infantería, que estaban muy blindados y eran generalmente muy lentos.
La idea completa era utilizar los tanques de infantería conjuntamente con la infantería cercana para efectuar una ruptura, sobreviviendo al fuego antitanque enemigo gracias a su blindaje pesado. Una vez que esta fuerza combinada destruyera la línea enemiga, se enviarían grupos de tanques de crucero a través de la brecha abierta, atacando muy por detrás de las líneas los suministros y unidades de mando. Esta táctica de golpe en dos fases fue la filosofía de combate básica de las formaciones de tanques británicos y fue adoptada por los alemanes como un componente esencial del concepto Blitzkrieg.
La doctrina de J.F.C. Fuller fue la fuente para el trabajo de los principales estrategas: Hobart en el Reino Unido, Guderian en Alemania, Chaffee en Estados Unidos, Charles de Gaulle en Francia y Mijaíl Tujachevsky en la Unión Soviética. Todos llegarían a conclusiones similares, la integración de Tujachevsky de los rastreadores aerotransportados era la más sofisticada y discutible; sólo Alemania realmente pondría en práctica la teoría, y con tácticas superiores, hicieron de la Blitzkrieg una arma efectiva.
Se había pensado en el combate entre tanques, pero se enfocaba más el uso de artillería antitanque y similares, como los cazacarros. Esto se aplicó más en los Estados Unidos, donde se esperaba que los tanques evitaran a los blindados enemigos, y que unidades dedicadas a cazacarros se enfrentasen. Gran Bretaña tomó el mismo camino, y ambos produjeron tanques ligeros con la esperanza de que la velocidad evitase su destrucción. Sin embargo, en la práctica, se comprobó que estos conceptos eran peligrosos.
Como el número de tanques en el campo de batalla aumentaba, la posibilidad de encuentros crecía hasta el punto de que los carros de combate tuvieron que ser también vehículos antitanque. Sin embargo, los tanques diseñados para hacer frente sólo a otros blindados eran relativamente vulnerables contra otras amenazas y no satisfacían el papel de apoyo a la infantería. La vulnerabilidad del fuego de tanques y antitanque llevó a un rápido proceso de aumento de blindaje y de cañón en casi todos los diseños. La forma del tanque, pensada inicialmente para traspasar obstáculos, ahora se convirtió en un beneficio, pues presentaba un perfil bajo para la ocultación y la estabilidad.


Segunda Guerra Mundial


Durante la Segunda Guerra Mundial se vio una serie de avances en el diseño de tanques. Los alemanes inicialmente presentaron a combate tanques poco blindados y con armas ligeras, como el Panzer I, que se había creado con la intención de usarse sólo en entrenamientos. Estos tanques ligeros pero rápidos y otros elementos blindados fueron un elemento clave para la Blitzkrieg. Durante la guerra todas las fuerzas incrementaron en gran medida la potencia de fuego y el blindaje de sus tanques: el Panzer I sólo tenía dos ametralladoras, mientras que el Panzer IV llevaba un cañón de 75 mm y pesaba menos de 20 t. Al final de la guerra, el tanque medio alemán, el Panther, disponía de un cañón rápido de 75 mm y pesaba 45 t.
Otro de los avances durante la guerra fue la mejora de los sistemas de suspensión. La calidad de la suspensión era un determinante principal para el rendimiento del tanque en el campo. Los tanques con suspensión limitada proporcionaban frecuentes sacudidas a la tripulación, limitando la velocidad y haciendo que el disparo en movimiento fuera prácticamente imposible. Los nuevos sistemas, como la barra de torsión y la suspensión Christie, mejoraron el funcionamiento, permitiendo al Panther cruzar terrenos a velocidades que habrían sido difíciles para los antiguos diseños en carretera.


En ese momento, la mayoría de los carros de combate estaban equipados con radios, lo que mejoraba la coordinación de las unidades. El chasis del tanque fue adaptado a un amplio número de necesidades militares, incluyendo la limpieza de minas y tareas de ingenieros. Todas las potencias principales desarrollaron asimismo armas autopropulsadas específicas: artillería, cazacarros y cañones de asalto. Los cañones de asalto rusos y alemanes eran más baratos y sencillos que los tanques, mientras que los cazacarros británicos y estadounidenses apenas se diferenciaban de los carros de combate.
Las torretas, que no eran una característica universal con anterioridad, fueron reconocidas como la manera correcta. Se estimó que si el cañón del tanque debía ser utilizado para enfrentarse a blancos blindados, entonces necesitaba ser grande y de tanto alcance como fuese posible, teniendo un cañón que pudiera disparar a cualquier punto. Los diseños de tanques con múltiples torretas, como el soviético T-35, fueron abandonados durante la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de los tanques mantuvieron una ametralladora en el casco.


Guerra Fría y posteriores


Tras la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo del carro de combate continuó con la mejoras de las clases medianas y pesadas. Los tanques ligeros se limitaban a labores de reconocimiento y, en Estados Unidos, como apoyo a fuerzas aerotransportadas. Sin embargo, las limitaciones de peso de los transportes aéreos hacían imposible construir un tanque ligero práctico, y esta clase fue desapareciendo con el paso del tiempo.
La combinación de mejores suspensiones y motores permitió a los tanques medios de finales de la guerra superar a los primeros tanques pesados. Con añadir algo más de blindaje y motores algo más grandes para compensar, los carros medios quedaron protegidos contra la mayoría de las armas antitanque, mientras que su movilidad se mantenía.


Algunos consideran al Panther como el punto de inflexión y como base para los diseños posteriores. Sin embargo, el Panther no estaba demasiado blindado ni podía luchar contra los tanques pesados en igualdad de condiciones. Se considera generalmente al tanque británico Centurión como el primer tanque de esta nueva generación, pues podía recibir el impacto del famoso cañón 88 mm alemán; estaba armado con el cañón Royal Ordnance L7 de 105 mm, superior a cualquier otro en el campo de batalla, y podía alcanzar los 56 km/h gracias a su motor Meteor de 650 cv.
El Centurion reemplazó a todos los tanques medios británicos e impulsó a la desaparición del tanque pesado, convirtiéndose en lo que los británicos llamarían Universal Tank (tanque universal), que pronto sería conocido como tanque de combate principal (o Main Battle Tank, MBT).
En respuesta a la amenaza de los misiles guiados antitanque, se trasladó el foco de desarrollo del grosor del blindaje a la tecnología del blindaje. La tecnología del cañón se mantuvo similar a las décadas anteriores, con la mayoría de los carros de combate utilizando un sistema de carga manual, pero con grandes avances en la efectividad de la munición.
Aunque los papeles y rasgos básicos de los tanques fueron casi todos desarrollados en el final de la Primera Guerra Mundial, las prestaciones de las contrapartidas en el siglo XXI se habían incrementado en un orden de magnitud. Se habían refinado en respuesta a las amenazas siempre cambiantes y los requisitos, especialmente contra otros tanques. Las avanzadas capacidades de los tanques se equilibraron con el desarrollo de otros carros de combate y el continuo desarrollo de armas antitanque.


Armamento


Ya desde la Primera Guerra Mundial, el arma por excelencia del tanque fue el cañón. Su nomenclatura técnica expresa su calibre y longitud. Por ejemplo, el cañón del M1A1 Abrams es el Rheinmetall L44, denominado por los americanos como M256 120/44. Es decir, su calibre(diámetro del tubo del cañón) es de 120 mm, y su longitud es de 44 calibres (44 veces su diámetro).
El interior del cañón, denominado ánima, puede tener un estriado o en cambio ser liso.
El primer tipo también es el más utilizado antiguamente. Se descubrió que un proyectil de forma ojival se desestabiliza notablemente nada más salir de la boca del cañón. Se mejoró este diseño añadiendo un estriado al interior del ánima. Estas rayaduras o acanalamientos en el metal, normalmente cuatro y con sentido dextrógiro (hacia la derecha) tienen forma de espiral, comienzan en la recámara y terminan en la boca del cañón. Su misión es imprimir un movimiento de rotación al obús, generando en él un efecto giroscópico que aumenta la precisión y alcance de forma dramática. El ejemplo más rudimentario y sencillo de este efecto es una peonza, donde la aceleración radial que sufre la estabiliza sobre su eje de rotación. Salvo excepciones, los cañones de 105 mm fueron los últimos en usar estriado. Los cañones anticarro más modernos son de ánima lisa, esto es, su superficie interior es completamente lisa y pulida. En lugar de estabilizar el obús mediante el mencionado efecto giroscópico, lo hacen añadiendo aletas a los proyectiles, de la misma forma que una flecha lanzada por un arco.
Los cañones de ánima lisa tienen a su favor que pueden usar proyectiles mucho más rápidos, tienen un menor mantenimiento, y su longitud puede ser menor para obtener buenas prestaciones en cuanto a alcance y precisión. Además, no se podían usar proyectiles Sabot subcalibrados en cañones de ánima rayada, debiendo usar un casquillo especial que contrarrestaba el efecto de giro, y tras salir por la boca del cañón se estabilizaba el proyectil mediante aletas, como en uno de ánima lisa. Tampoco se podían usar para disparar misíles a través del tubo del cañón.
Este y otros factores hicieron que la balanza cayera a favor del ánima lisa, pese a que las corrientes de aire laterales afectaban más a la trayectoria balística de los obuses a largas distancias, efecto que fue parcialemte solucionado mediante el uso de los ordenadores balísticos.
En sus inicios eran de pequeño calibre, alcance y potencia, lo que permitía montar más de uno en torretas orientadas hacia diferentes direcciones. La evolución fue lenta hasta la Segunda Guerra Mundial, donde demostraron ser armas extremadamente útiles. En términos generales, los calibres de la época rondaban los 66 o 76 mm, pero el cañón más temible de la contienda fue el Flak 88/56. Originalmente concebido como arma antiaérea, no tardó mucho en revelarse como la mejor arma anticarro disponible por el ejército alemán. Era capaz de destruir cualquier blindado aliado de un disparo, incluso en la zona frontal, y tenía un mayor alcance efectivo. Se usaba en su propio remolque antiaéreo, pero también fue adaptado y montado en los carros pesados Tiger y Panther, con muy buenos resultados. Tan solo el escaso número de éstos y la escasa cobertura aérea que Alemania podía organizar evitaron que las pérdidas de blindados aliados fueran catastróficas.
En la actualidad la situación no ha cambiado sustancialmente, el arma principal de cualquier tanque actual es un cañón de alta velocidad y gran calibre, muy avanzados tecnológicamente gracias a la siderurgia moderna. El calibre más común es 120 mm, aunque los fabricantes de artillería rusos emplean el de 125 mm.
Recientemente se están probando cañones de alta velocidad de 140 mm cuyo poder destructivo supera con mucho el de los actuales, aunque los ejércitos han llegado a la conclusión de que el coste de actualizar los carros y sus ordenadores balísticos no compensa dicha ventaja. En resumen, su potencia de fuego es devastadora pero innecesaria, ya que los combates suelen tener lugar en distancias del orden de los 2000 m o menos, donde el impacto de un cañón de 120 mm sería igualmente letal.
Alemania ha actualizado su Leopard 2A5 y A6 con el L55, 120 mm y 55 calibres de longitud, mucho más potente que la mayoría de los cañones similares. Los ingleses han decidido montarlo en su Challenger 2 y retirar el anterior cañón de ánima rayada, por los motivos expuestos anteriormente. En cambio los norteamericanos se resisten a cambiar el arma principal de las series M1 por razones económicas fundamentalmente. Su táctica ha sido desarrollar las municiones, y actualmente poseen el mejor penetrador de blindaje cinético del momento, el proyectil Sabot M829A3 de uranio empobrecido desarrollado a partir de su predecesor A1, que entró en combate en la Primera Guerra del Golfo. Su rendimiento es secreto pero se estima que es tan efectivo como el nuevo cañón de Rheinmetall de 55 calibres de longitud, lo que hace injustificable el gasto en actualización del arma principal. El L55 es compatible con el M829A3 y aunque su desmesurada potencia destructiva está muy por encima de la resistencia de cualquier blindaje moderno, alemanes e ingleses usan munición sabot de tungsteno y con potencia igualmente letal.
Los cañones modernos llevan generalmente una camisa térmica que reduce el efecto de la temperatura desigual en el cañón. Este se calienta intensamente tras repetidos disparos. Si está lloviendo, la parte superior estará más fría que la inferior, del mismo modo que una brisa lateral podría enfriar solo una parte del arma. Este enfriamiento desigual causaría que el cañón se curvase casi imperceptiblemente, lo que, sin embargo, afectaría a la puntería a largas distancias. Los tanques actuales llevan colimadores láser en el cañón que constantemente miden la curvatura del mismo e introducen la misma en el ordenador de tiro para que calcule la solución de tiro corrigiéndola.
Generalmente, los carros de combate llevan además otro armamento para la defensa a corto alcance contra infantería o contra objetivos donde utilizar el arma principal es ineficaz o un derroche de municiones. Suelen estar provistos de una ametralladora ligera de 7,62 mm o pesada de 12,7 mm, montada en paralelo con el cañón (Arma coaxial). Sin embargo, otros como el AMX-30 y el AMX-40 llevan un cañón automático de 20 mm con una alta cadencia y puede destruir un vehículo con blindaje ligero. El BMP-3 ruso también va equipado con un cañón automático de 30 mm además del arma principal. Adicionalmente, muchos tanques llevan una o varias ametralladoras de calibre medio o pesado en la parte superior de la torreta, en una cúpula de observación para el comandante y/o el cargador, para protegerse de la infantería o de ataques aéreos, aunque esto último con evidentes limitaciones.
Históricamente, algunos tanques han sido adaptados para tareas especializadas y utilizan un armamento principal inusual, por ejemplo, lanzallamas. En la actualidad estas armas han desaparecido.






Control de disparo
En los primeros modelos se apuntaban las armas del tanque con un alza y un punto de mira, sencillos mecanismos de puntería que se ajustaban a mano como en un fusil.
Posteriormente empleaban una retícula estadiamétrica para calcular, según el tamaño que el objetivo ocupaba en la misma, su distancia. Aún en la actualidad los carros modernos tienen este tipo de miras denominadas [[ Visor auxiliar del artillero|GAS] ] ( Gunner Auxiliar Sight, mira auxiliar del artillero ) que se usan si los visores en modo normal quedan fuera de servicio. Son miras muy robustas sin estabilización situadas en el afuste del arma a modo de redundancia.
En definitiva la puntería era deficiente a largas distancias e imposible en movimiento salvo disparos a quemaropa. Realizar disparos certeros era una tarea realmente difícil. Con el paso del tiempo, se fueron empleando cada vez con mejores resultados las miras ópticas diurnas, con zoom y con algún sistema para el cálculo de la distancia. En los primeros se usaron retículas estadiamétricas han sido sustituidas primero por telémetros estereoscópicos y finalmente por telémetros láser. Estos últimos disponen de un emisor de láser que opera en un espectro no visible, y un receptor para el mismo. Para el cálculo de la distancia, el sistema mide el tiempo que tarda en retornar el haz de láser desde que es emitido por el telémetro, rebota en el blanco e incide sobre el receptor del aparato. Conociendo la velocidad a la que se desplaza dicho haz, y el tiempo que tarda en rebotar, se calcula la distancia al blanco de forma muy precisa. El haz láser se dispersa con la distancia, pudiendo dar lugar a varias mediciones. Esto se debe a que el rebote se produce sobre el blanco, pero también por delante o detrás del mismo. Ante esta eventualidad, el artillero puede elegir qué medición es más correcta, según su experiencia.




Actualmente los ingenios blindados disponen de modernas miras (GPS, Gunner Primary Sight o Mira Principal del Artillero). Son modernas miras electrónicas que disponen de una amplia variedad de sistemas para aumentar la probabilidad de acertar al primer disparo. Poseen zoom óptico y digital en el modo de óptica diurna y nocturna, y forman parte del sistema computarizado de disparo, al funcionar junto a los ordenadores balísticos y telémetro láser. Las miras GPS están estabilizadas en uno o dos ejes, esto es, no siguen al cañón en su movimiento de superelevación ni a la torreta en su giro para añadir lead. En cualquiera de estas situaciones la retícula de disparo se mantendrá centrada en el objetivo. Los modelos más modernos tienen miras estabilizadas en los dos ejes, pero las series M1, por ejemplo, sólo lo están en el eje vertical. Por ello, al iluminar el blanco y calcular el lead necesario si este se mueve, se aprecia cómo la retícula salta y se mueve en el eje horizontal. Ello es debido a que el ordenador balístico hace girar a la torreta para "adelantar el disparo", y el visor de tiro no puede rotar en dirección contraria a la misma para mantener en su centro al blanco.


Otro notable avance respecto a otras épocas es el empleo de giróscopos que estabilizan el arma principal mientras el vehículo está en movimiento, permitiendo disparar en marcha con gran precisión. En la Segunda Guerra Mundial el tiro en estas condiciones era muy difícil, pues el artillero debía guiarse únicamente por su experiencia para compensar los movimientos de su propia plataforma de disparo. Si a ello añadimos el movimiento del blanco, resulta casi imposible acertar salvo a distancias muy cortas. Por este motivo los tanques se detenían para disparar. La Guerra del Golfo enfrentó a tanques de diferentes generaciones, pues mientras los T-72 se detenían para disparar, los M1 lo hacían en movimiento. Obviamente los T-72 sufrieron bajas catastróficas, y esto se consideró una gran lección sobre la guerra moderna.
El sistema en cuestión funciona aislando el afuste del arma de los movimientos verticales causados por irregularidades del terreno, y la torreta del giro del casco. Normalmente para mover el cañón y la torreta se usan motores electrohidráulicos o eléctricos, los últimos más comúnmente en ingenios modernos por su mayor robustez. Cuando se presiona un mando por el artillero o comandante del carro, se produce la interacción entre los giróscopos y los motores de arma y torreta, produciéndose la estabilización de forma automática.
Los ordenadores balísticos calculan la superelevación necesaria para compensar la caída del proyectil con la distancia, y añaden el lead necesario para compensar el disparo si el objetivo está en movimiento. Añadir lead significa disparar por delante del blanco, para que éste y el proyectil se alcancen. En las ecuaciones que los ordenadores de tiro manejan para calcular la solución de tiro, están la distancia, velocidad relativa del aire, humedad, temperatura del cañón, presión barométrica, velocidad del objetivo y el movimiento del tanque.
Las GPS actuales constan de sistemas de óptica nocturna, dado que el combate en estas condiciones era prácticamente imposible y solo tenía lugar cuando había un cielo despejado. Posteriormente, durante la Guerra Fría, se desarrollaron visores de luz infrarroja. Éstos tenían un receptor pasivo sensible a dicho espectro de luz, pero requería que potentes focos infrarrojos iluminasen la zona. Dicha iluminación artificial no podía ser vista por el ojo humano, pero sí por otros equipos infrarrojos pasivos. Los proyectores delataban la posición del carro al enemigo, del mismo modo que una linterna delataría a quien la usa de noche para buscar a una persona escondida. Aparte de esta clara desventaja estaba también su muy limitado su alcance, así que su uso era prácticamente un último recurso salvo que se tuviese la certeza de que el enemigo contaba con menos tecnología que la propia.
También se emplearon intensificadores de imagen, equipos pasivos que aumentaban la luz ambiental. Su alcance también era muy limitado. Con luz pobre, como en noches nubladas y sin luna, no permitían idstinguir un blanco. Tampoco cuando había mucha luz, como en noches despejadas y luna llena. Su mayor limitación, aparte de la necesidad de un intervalo de luz visible, era su escaso alcance y resolución, que dificultaba al artillero discriminar un blanco incluso por debajo de los 1000 m. Este tipo de equipos se usaban en los T-72 durante la Guerra del Golfo, y lo único que podían hacer era apuntar hacia los fogonazos que causaban los disparos de los M1A1 HA en el horizonte. En varios combates no sabían quién ni desde dónde les atacaba, hasta que no oían el eco de los cañones.


Los visores nocturnos usados por los ingenios más modernos son sistemas de imagen térmica, basados en el FLIR (Frontal Light InfraRed o sistema de infrarrojos de exploración frontal) que distinguen diferencias de temperatura de los objetos. Permiten ser usados de día y de noche y pueden detectar blancos camuflados y difíciles de localizar con óptica diurna, permiten la visión incluso a través de humo, niebla o tormentas de arena. El alcance de los FLIR actuales de 3ª generación es muy elevado y permite detectar un blanco incluso al alcance máximo de las municiones, y discriminarlo a distancias de 3000 m o más.
Su rendimiento es tan elevado que muchos países están invirtiendo en pinturas y metales atérmicos que sean capaces de reducir la firma calórica de sus ingenios militares para hacerlos más furtivos y obligar a los que poseen mejor tecnología óptica a acercarse al rango donde la propia es también efectiva.
Los carros más modernos incorporan dos sistemas de observación electrónicos, el GPS y el CS o Commander´s Sight, Mira del Comandante. Esta última se encuentra en el techo de la torreta, y dispone de movimiento independiente de la misma, pudiendo alinearse con la GPS a voluntad para ver a qué dispara el artillero. Están estabilizados en los dos ejes e incorporan todas las funciones de la GPS salvo el acceso al cálculo de lead en muchos casos. El comandante del carro tiene un mando denominado "Override" en la que puede tomar el control de la torreta y las armas con prevalencia sobre el artillero, usando para el disparo las prestaciones ópticas que proporciona su propia mira. También se puede usar para localizar otro objetivo mientras el artillero está ocupado con uno, lo que se conoce como función "Hunter-Killer", u Observador-Tirador. El sistema está diseñado para que una vez atacado el primer blanco, el comandante emplee su mando "override" y alinee el arma principal con la mira CS, desactivando después la función "override" y ordenando al artillero atacar ese blanco. Mientras, vuelve a usar su visor para localizar nuevos objetivos.
La ventaja táctica es clara, permite localizar enemigos más rápido, y aporta un segundo visor electrónico por si la GPS resulta dañada.




Espero que les guste, esto es una recopilación de información!



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