Ratones de edad avanzada se fortalecieron, se ejercitaron mejor y obtuvieron mejores resultados en pruebas de destreza mental cuando se les inyectó sangre de ratones más jóvenes, o incluso una sustancia que es más abundante en la sangre de los más jóvenes. Algún día, si investigaciones posteriores lo confirman, esto podría permitir tratar algunas enfermedades de la vejez en los seres humanos. Mientras tanto, los científicos advierten que la gente no debe tratar de hacerlo por cuenta propia.
Trabajó con ratones cuyas edades equivalían aproximadamente a las de personas de entre 20 y 30 años, y de entre 60 y 70. Los investigadores inyectaron repetidas veces a los ratones más viejos con sangre de los animales jóvenes o de otros ratones de edad avanzada. Los que recibieron la sangre joven tuvieron un mejor desempeño en las pruebas de aprendizaje y memoria que los ratones a los que se les puso la sangre más vieja. Los otros dos estudios, efectuados por la Universidad de Harvard, se enfocaron en una sustancia que abunda más en la sangre de los ratones jóvenes que en la de los ancianos. Esa proteína, llamada GDF11, también se encuentra en la sangre humana y su concentración parece declinar con la edad, dijo Amy Wagers, una de las autoras en ambas investigaciones.
Los científicos de Harvard también hallaron que el exponer a los ratones más viejos a la sangre de otros más jóvenes producía más vasos y mayor flujo sanguíneo en el cerebro. Las inyecciones de GDF11 tuvieron un efecto similar. Lee Rubin, autor de un estudio, dijo que esos resultados indican que mayores investigaciones podrían llevar a alguna forma de tratar el declive mental relacionado con la edad y tal vez la demencia en las personas.
Trabajó con ratones cuyas edades equivalían aproximadamente a las de personas de entre 20 y 30 años, y de entre 60 y 70. Los investigadores inyectaron repetidas veces a los ratones más viejos con sangre de los animales jóvenes o de otros ratones de edad avanzada. Los que recibieron la sangre joven tuvieron un mejor desempeño en las pruebas de aprendizaje y memoria que los ratones a los que se les puso la sangre más vieja. Los otros dos estudios, efectuados por la Universidad de Harvard, se enfocaron en una sustancia que abunda más en la sangre de los ratones jóvenes que en la de los ancianos. Esa proteína, llamada GDF11, también se encuentra en la sangre humana y su concentración parece declinar con la edad, dijo Amy Wagers, una de las autoras en ambas investigaciones.
Los científicos de Harvard también hallaron que el exponer a los ratones más viejos a la sangre de otros más jóvenes producía más vasos y mayor flujo sanguíneo en el cerebro. Las inyecciones de GDF11 tuvieron un efecto similar. Lee Rubin, autor de un estudio, dijo que esos resultados indican que mayores investigaciones podrían llevar a alguna forma de tratar el declive mental relacionado con la edad y tal vez la demencia en las personas.
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